En verano de 1942 la Wehrmacht logró tomar gran parte de Stalingrado; los ejércitos soviéticos sucumbían por miles y los alemanes se sentían imparables; sin embargo, a pesar de su superioridad técnica, el alto mando alemán cometió un grave error: exceso de confianza. Sabiendo que a los alemanes no les sentaba nada bien el frío, los soviéticos consiguieron tomarlos por sorpresa, y, para finales de 1942, lograron cercar a los alemanes; dando lugar a una fría, hambrienta y penosa etapa conocida como el kessel.
Eso fue lo que exactamente ocurrió con Blackberry años atrás, aquellas épocas en que la firma canadiense logró dominar el mercado y que en un momento crucial de la historia cometio el grave error de confiarse en exceso. Blackberry posteriormente no pudo volver a levantarse por sí misma y hasta el día de hoy todos los esfuerzos por salir de su propio kessel han sido en vano. Sabiendo que con BB10 no van a ir a ningún lado, los canadienses mueven últimas sus fichas con la mirada puesta en un potencial mesías: el Blackberry PRIV —o 'Venice—, su primer dispositivo Android.
Hacer que la gente piense en un Blackberry cuando va a comprar un nuevo teléfono es algo casi imposible de lograr en estos días, algo en lo que los canadienses están trabajando ahora mismo. El objetivo que Blackberry tiene por delante es ingente: John Chen (el CEO) asegura que su compañía tiene que vender por lo menos 5 millones de teléfonos para ser rentable y mantener todo en funcionamiento. Si esto no ocurre Blackberry se verá forzada a abandonar el negocio del hardware. Básicamente porque si tu propio sistema operativo fracasa y usar el de otra compañía también, tal vez sea tiempo de tirar la toalla y decir: "al menos lo intente", tal como los alemanes cuando perecieron en Stalingrado.
Vía: The Verge
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